La Habana, 15 oct (PL) Mientras casi todas las miradas se detienen en los enfrentamientos entre Hillary Clinton y Donald Trump por llegar a la Casa Blanca, demócratas y republicanos también prueban fuerzas con otro objetivo: controlar el Congreso.
En noviembre próximo se conocerá quién será el nuevo presidente del país y, además, se definirá si el Partido Republicano se mantiene con mayoría en las dos cámaras del Legislativo, ubicado en el conocido edificio del Capitolio, o cede alguna posición a su contraparte Demócrata.
Para esta última formación política el camino parece mucho más promisorio que hace dos años, cuando los conservadores alcanzaron la ventaja en el Congreso y complicaron las cosas para el mandatario Barack Obama. El 8 de noviembre, coincidiendo con los comicios presidenciales, se someterá a votación una tercera parte de los cien asientos del Senado (34) y los 435 escaños que componen la Cámara de Representantes.
Si bien en esta instancia no hay muchas posibilidades de un cambio de situación -los republicanos tienen 246 bancadas por 186 los demócratas-, varios analistas estiman que podría acortarse esa diferencia.
La joya de la corona, sin embargo, está en la Cámara alta, donde la correlación de fuerzas es de 54 por 44 escaños, con los dos restantes en manos de legisladores independientes, y grandes posibilidades para una remontada del partido azul.
De resultar electa Hillary Clinton como presidenta, su formación solo necesitará ganar cuatro butacas para recuperar terreno perdido durante las elecciones de 2014; si pierde, requerirá cinco.
En este sentido, el partido que llevó a Obama a la presidencia tiene una gran oportunidad de dominar el Senado, pues los republicanos deben defender 24 escaños, frente a solo 10 los demócratas.
De acuerdo con el portal de periodismo de datos Fivethirtyeight.com, en varios comicios anteriores se dio que los votantes eligen a candidatos del mismo partido para la Casa Blanca y la Cámara alta, una tendencia que parece mantenerse en 2016.
Pero llama la atención sobre el hecho de que este año, incluso cuando después del primer debate las encuestas daban una ventaja más grande a Clinton, la popularidad de los aspirantes demócratas al Legislativo no se incrementó en la misma medida.
La posibilidad de que esta formación controle el Senado es solo del 54 por ciento en nuestro modelo de encuestas, indicó el sitio especializado en análisis político, económico y deportivo.
Fivethirtyeight.com toma como ejemplo un sondeo celebrado el pasado miércoles en 26 territorios, según el cual la ex Secretaria de Estado mejoró el margen sobre su contrincante republicano, Trump, en 5,1 por ciento, mientras que la superioridad de los candidatos demócratas se redujo como promedio en 1,5 por ciento.
De cualquier modo, aunque la diferencia se ha reducido, esa ventaja podría ser suficiente a menos de un mes de los comicios, algo en lo que coinciden medios como The New York Times.
Más allá de lo que dicen los sondeos, ambos partidos se mantienen empleando millones de dólares en anuncios de televisión que les ganen el apoyo de las bases.
Según el portal The Hill, solo en agosto y septiembre el comité de campaña de los republicanos gastó 31 de millones para conseguir publicidad en nueve estados; al tiempo que su similar demócrata invirtió 13 millones en siete territorios.
Para este mes la formación azul arreció la ofensiva en 11 estados, donde compró o reservó tiempos al aire por valor de 44 millones de dólares, una cifra muy superior a los 10 millones utilizados por el partido rojo.
Tal diferencia quizás se relaciona con que los demócratas confían más en su triunfo tras los escándalos que envuelven a Trump y las divisiones internas en el Partido Republicano; varios medios advierten, sin embargo, que la carrera está muy cerrada como para dar algo por sentado.
El Capitolio, otro campo de batalla en EE.UU.
Por Martha Andrés